La utilización precoz de la desfibrilación y la reanimación cardiopulmonar (RCP) son dos componentes sumamente importantes en el tratamiento del paro cardíaco súbito. La rapidez con la que se aplica la descarga, así como un RCP de calidad, son fundamentales para obtener mejores resultados.
Diversos estudios han demostrado que por cada minuto de retraso en aplicar la desfibrilación existe una disminución en la supervivencia que ronda entre un 7 y 10%.(1) Así, por ejemplo, si un individuo es cardiovertido en 1 a 2 minutos desde el inicio de la fibrilación ventricular, la supervivencia es de aproximadamente un 80%. Sin embargo, la tasa de supervivencia disminuye rápidamente a un 25% si la desfibrilación se lleva a cabo después de 5 minutos, al 10% después de 10 minutos y tan sólo al 5% si se realiza pasados 15 minutos del inicio.
Además de una mayor tasa de supervivencia, la desfibrilación precoz consigue salvar una mayor cantidad de músculo miocárdico y una mejor recuperación neurológica. Varios estudios han demostrado una reducción significativa en la fracción de eyección del ventrículo izquierdo y en las funciones neurológicas a medida que aumenta el tiempo hasta la desfibrilación.(2)
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. Larsen MP, Eisenberg MS, Cummins RO, Hallstrom AP. Predicting survival from out-of-hospital cardiac arrest: a graphic model. Ann Emerg Med. noviembre de 1993;22(11):1652-8.
2. Weaver WD, Copass MK, Bufi D, Ray R, Hallstrom AP, Cobb LA. Improved neurologic recovery and survival after early defibrillation. Circulation. mayo de 1984;69(5):943-8.