La fibrilación auricular (FA) es una de las arritmias crónicas más frecuentes en todo el mundo; la misma puede presentarse en ausencia de otra enfermedad subyacente e incluso en corazones sanos. La FA se asocia con mayor frecuencia con otras enfermedades como hipertensión arterial, valvulopatías y falla cardíaca.
Puede ser una arritmia recurrente, que se clasifica según su cronicidad y duración, en paroxística, la cual termina espontáneamente; persistente, que requiere cardioversión ya sea eléctrica o farmacológica para restaurar el ritmo sinusal, y permanente, en la que se considera inapropiado el intento de cardioversión debido al remodelamiento tanto eléctrico como estructural.(1)
Desde sus primeras descripciones en 1962, este método se ha convertido en el estándar para terminar con la FA. Se ha descripto al mismo como seguro, eficaz y se han optimizado las estrategias para incrementar el éxito de la cardioversión en cuanto a formas de onda de energía. El éxito depende de la enfermedad cardíaca de base, la cantidad de energía suministrada, la edad y el sexo del paciente. La densidad de corriente que llega efectivamente al miocardio es inversamente proporcional a la impedancia de los tejidos que se interponen entre el músculo cardíaco y los electrodos, y depende también del tamaño, la posición de los electrodos, el voltaje y la forma de onda de la energía. (2)
La posición de los electrodos sobre la pared torácica es determinante para lograr una cardioversión efectiva. Es mayor en posición anteroposterior con una probabilidad de 87 contra 76%. La impedancia torácica depende del tamaño y la composición de los electrodos, del contacto entre estos y la piel, del gel usado (3)
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