Los deslices ocasionales, como una noche de alimentación descontrolada o unos días sin hacer ejercicio, es poco probable que nos provoquen, por sí solos, una vuelta a los viejos hábitos y una recuperación del peso a más largo plazo. No obstante, cuando comemos algo que no forma parte del plan, o cuando dejamos de ser tan activos como habíamos esperado, tendemos a tener, a menudo, pensamientos derrotistas.
Es importante recuperar el control para evitar que este tipo de deslices –y estos pensamientos– se descontrolen. Es ahí cuando una piedra en el camino puede empezar a parecernos una montaña que hay que escalar; y corremos el riesgo de tirar por la borda todo el trabajo realizado. Tomar el control de un desliz y volver al buen camino inmediatamente es clave para evitar que se convierta en una recaída; o que se agudice como una vuelta a los comportamientos anteriores que lleven a un nuevo aumento de peso.