Hay una pregunta que es muy común en los últimos tiempos: ¿Por qué debería el radiólogo o el hospital comprar un monitor de grado médico, si puede comprar una pantalla fantástica convencional de muchas pulgadas en cualquier tienda de artículos para el hogar? Por esa razón, hemos concentrado algunas razones sustentables basadas en argumentos críticos, que esperamos sean fáciles de entender y transmitir a los radiólogos y todos los médicos y especialistas de la salud.
Un monitor o pantalla convencional no muestra la información en el formato adecuado iniciando desde condiciones básicas como podrían ser luminosidad, consistencia de la imagen, uniformidad, tamaño o dimensión, calibración bajo el estándar DICOM, por mencionar algunos aspectos... los cuales son indispensable cuando la información a visualizar proviene de un equipo médico. Como su nombre indica, los monitores “comunes o convencionales” están diseñados para espacios diferentes al entorno médico, principalmente como oficinas, restaurantes, hogar, para ver películas, un partido de fútbol e incluso para mostrar documentos que aparezcan como una página impresa. Por tanto, los atributos de rendimiento y visualización se diseñan en gran medida para que sean capaces de mostrar información de acuerdo con el lugar, formato o perfil para el que fueron construidos.
Al realizar diversas pruebas técnicas con ingenieros expertos en paneles de visualización, se ha podido llegar a la conclusión que desde un monitor convencional puede tener una pérdida de hasta un 20% de la información visual solo por el formato, en comparación con un panel grado médico. Un ejemplo claro de esta aseveración podría ser cuando intentamos ver imágenes radiológicas digitales en formato DICOM provenientes de un mamógrafo o resonancia magnética, las cuales son comúnmente más prominentes y con una relación de aspecto más alta o grande (4:3), es muy común que los equipos convencionales al detectar un tamaño ajeno al modo en que fueron constituidos (16:9 en su mayoría) realicen una compresión aunque la misma distorsione, comprima o corte la imagen, ya que es claro que su único propósito u objetivo es que el espectador observe el total del contenido sin importar preservar su forma nativa.
Otro punto a destacar, pero no menos importante, es el que podemos conocer a través de las normativas del uso de monitores de grado médico provenientes del colegio americano de radiología (ACR) y otros órganos regulatorios internacionales, las cuales indican la luminancia calibrada con la que el radiólogo debe realizar un diagnóstico por imagen según su especialidad, mismas normativas que no pueden ser cubiertas ni soportadas por los equipos que no son de grado médico por muy costosos e innovadores que sean.
Evidentemente, un monitor convencional no está pensado para cubrir las normativas, ya que no es fabricado para este fin, razón por la cual pasan por alto dicha necesidad y pueden generar pérdida a la capacidad visual del ojo del radiólogo para detectar ligeras diferencias que podrían ser vitales para extender un diagnóstico adecuado.
Todo radiólogo busca detectar resultados sospechosos sobre posibles afecciones o dolencias en su etapa más temprana. Las pantallas de diagnóstico ayudan a ver los detalles clínicos más sutiles para tomar decisiones más acertadas. Permiten a los radiólogos a detectar los detalles clínicos más pequeños, diagnosticar con rapidez y confianza y mejorar la detección y optimizan la gestión de la creciente carga de trabajo sin tensiones, estrés ni fatiga.
Un monitor de grado médico generalmente mantiene un registro y seguimiento de informes de calibración, los cuales son muy útiles para respaldar el diagnóstico de un radiólogo que sea cuestionado por razones legales, los mismos permiten demostrar que cuando se realizó el estudio, no hubo ninguna razón técnica que afectará o modificara el diagnóstico de la patología, obviamente esta pareciese una razón muy poderosa y única, sin embargo no lo es... poseer los registros de calibración permiten también al radiólogo asegurarse del correcto funcionamiento del monitor y por consecuencia alargar su tiempo de vida. ¿A quién no le gusta cuidar su inversión?
En conclusión, es muy importante recomendar, promover o adquirir monitores de grado médico por el impacto que tiene en la vida de las personas que lo utilizan. La pregunta obligada al radiólogo siempre será "¿Cuánto valen sus ojos?". No solo es una cuestión de marketing de un fabricante, es un estilo de vida que puede ayudar a mejorar su productividad, asertividad y por supuesto cuidar su inversión, dado que un monitor de grado médico puede tener un tiempo de vida útil de hasta de 10 años o más, mientras que un monitor de 100 pulgadas que costó la mitad de precio, lo tendrá que cambiar por lo menos 2 veces en el mismo periodo.
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